La literatura

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Resulta fascinante la forma en la que cambia tu perspectiva acerca de las cosas cuando las juzgas desde otro punto de vista.

Hace poco me preguntaba una autora qué era para mí la literatura. Tras haberme preguntado acerca de cómo funcionaba el proceso de edición, creo que estaba sopesando la posibilidad de enviarme o no su manuscrito para que fuese valorado bajo el sello de Letra r y quería decidirse en base a lo que yo podría decirle. Le dije, con la rotundidad de una máxima y la efectividad de algo surgido de repente, que es "esa soledad de sentirte acompañado mientras lees o escribes: todo lo demás es atrezo". No se si, en aquel instante, el entrecomillado la convenció o lo entendió como una frivolidad más de un editor que quiere ampliar su catálogo con otro título de añadidura. 

Alguien podría pensar que tal afirmación supone echar piedras contra mi propio tejado -o, al menos, a una parte de él-, ya que supone que todo lo que significa el mundo editorial no es más que utilería que, si bien necesaria, podría obviarse ante la necesidad de la escritura. Alguien podría pensar que si la literatura es eso, es el mero hecho de escribir el que redondea el concepto; también se podría objetar que si no hay alguien que edita, nadir podrá encontrar esa soledad buscada en un libro. Que se complementan es indudable, pero supongo que esta pescadilla que se muerde la cola debe tener unos límites. Una buena historia debe completarse con un buen trato. Todo es literatura y, a la vez, no lo es.

Por cierto, la autora de la que hablaba me envió su manuscrito días después. Parece ser que aquella máxima rotunda y efectiva la convenció. O no, ya que pudiera darse el caso de que me hubiese juzgado como a uno de aquellos de los que huyo: uno de esos charlatanes que dicen que todo es literatura y, a la vez, no lo es.

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