La bofetada


La noticia se centra en el bofetón que el actor Will Smith propinó al presentador de la ceremonia de los Óscar tras haber hecho un chiste ofensivo sobre su mujer.

No quiero dar mi opinión al respecto, más allá de que todo estaba pactado y ensayado de antemano. Tan solo quiero hablar de las reacciones posteriores. 

No es sitio para decir si fue una reacción machista, absurda o necesaria. Para eso están las tertulias machistas, absurdas y necesarias. Quiero hablar de la reacción que ha tenido en redes sociales, en informativos, en televisión. En muchas ocasiones ocupó tanto espacio (temporal y físico) como la situación actual de la guerra en Ucrania, por poner algún ejemplo de noticia sería. Y no estoy diciendo que el hecho de defender a una persona tras un comentario ofensivo sea poco serio, al contrario; en ocasiones es más necesaria que otros hechos. Pero las formas no fueron las adecuadas. 

Todos sabemos que esos guiones no están hechos por el presentador. Cuánto más efectivo hubiera sido negarse a recoger el Óscar aludiendo a la ofensa del chiste en concreto, exigiendo una disculpa hacia la persona ofendida o, en caso contrario, no pisaba aquella alfombra roja y sucia nunca más. Él habría dado muestras de elegancia, autocontrol y saber estar. Y habría dado ejemplo a los miles de personas que ven en él un referente. Y sí, estoy seguro de que sabía que iba a recoger la estatuilla. Como todos los premiados.

Quiero aclarar que estoy a favor del humor negro. Y del gris. Pero nunca cuando se ríe o se ataca a una persona concreta. Porque eso no es humor, sino la verdadera bofetada. Pregúntenlo a la persona ofendida si es o no una bofetada. Porque todo el mundo habla de Will Smith, pero no de cómo se sintió y siente su mujer tras la gracia.

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