Color hormiga

Fuente: Egor Kamelev

El futuro se volvió de color hormiga. Si alguien conoce tal locución sabrá que significa que, en este caso el futuro, se vuelve oscuro, con mal aspecto o en el que se presagian graves problemas; pero si alguien no la conoce y la escucha o lee por vez primera, como fue mi caso, todo un universo de posibilidades se abre ante mí, puede esconder multitud de significados que van desde el acertado hasta cualquier otro en el que desemboque su imaginación. Sus interpretaciones me resultan infinitas.

Y tal me sucedió: fue releyendo La isla del tesoro. Imaginar a un pirata utilizando esa maravilla de la lengua hizo que despertaran en mí nuevas sensaciones a la hora de interpretar a cualquier de aquellos personajes. Pensar que podía significar lo mismo para aquel pirata, o incluso para aquel narrador del siglo XIX que para nosotros, despertó en mí algo que pensaba dormido: la extraña sensación de formar parte de la novela hasta el punto de convertirme en otro más de sus personajes, cuya principal misión en la de descubrir el significado escondido en aquella locución.

Porque, en el fondo, es el novelista quien cuenta la historia, pero quien la vuelve real es el lector, algo así como el cámara que recoge las secuencias de uno u otro suceso sin inmiscuirse más en la trama que lo que dicta la propia labor: un espectador que no interviene en la realidad más que para vivir la de otros. Que no es poco.

Y ahora, mientras redacto esto, descubro que la propia tinta, las más de las veces, también tiene color hormiga. Y me es dable la fascinación.


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